El encanto Caribeño

Al adentrarme en la esencia de las islas, experimenté cómo la diversidad transforma por completo la experiencia

Julieta Constantino

Mi travesía por el Caribe a bordo de un crucero fue una experiencia enriquecedora y fascinante. Desde su cultura hasta la diversidad de su naturaleza, el Caribe posee un encanto único que cautiva a todos. Cada isla que visité, como Barbados, Martinica, St Kitts & Nevis, St Lucia, Jamaica, Antigua & Barbuda, República Dominicana y Cozumel, me dejó impresionada. A lo largo de un mes, exploré nuevos y emocionantes destinos en cada lugar. Mi estancia se llevó a cabo en el AidaDiva, el crucero donde trabaja mi novio. Este barco ofrece todas las comodidades imaginables, incluyendo cuatro restaurantes con una amplia variedad de opciones para almuerzos y cenas, así como un completo desayuno con alternativas saludables. Además, cuenta con un amplio gimnasio para mantenerse activo. En el crucero, también encontraba espacios tranquilos donde podía relajarme, especialmente durante los mágicos atardeceres en los que el sol se sumergía en el mar. Era un momento especial en el que me conectaba conmigo misma, ya sea escuchando música o sumergida en la lectura.

Navegar en alta mar es encantador y lleno de incertidumbre, y la perspectiva que brinda el mar en esas circunstancias es indescriptible. Estar rodeada de esa energía y respirar esa atmósfera resulta verdaderamente único. Entre todas las islas, Barbados destacó como mi favorita. Tuve la oportunidad de surfear rodeada de tortugas marinas en aguas cristalinas y cálidas. Es una isla agreste y virgen, con pequeñas casas que se adentran en la selva. El nivel de surf era impresionante y los surfistas nos recibían con gran amabilidad. Otra isla magnífica fue St Kitts, que exploramos en auto. Sus estrechas calles rebosaban de amor y humildad. La gente nos saludaba con una gran sonrisa mientras buscábamos las mejores olas. Probé el jugo de coco natural y un dulce de coco y miel realmente exquisito, que se vendían en puestos cercanos a los puntos de surf.

Durante mi travesía, pude experimentar la verdadera esencia del Caribe, un lugar donde la simplicidad y la pureza se fusionan en armonía. A pesar de las barreras idiomáticas, los habitantes me hicieron sentir como en casa, dejando una profunda huella en mi corazón. Esta aventura en crucero, siendo mi primera vez, fue toda una odisea, pero sinceramente, la recomendaría. A veces, son las experiencias opuestas las que marcan la diferencia.

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Surfeando el Alma